jueves, 14 de febrero de 2008

DISPARATES.

La Biblia es según mi razón, un libro escrito por manos humanas, manos que sin duda fueron inspiradas por el ente mas superior del universo, la naturaleza misma, eso que a todos nos mueve para seguir viviendo, (no me refiero a el dinero, ni las modas, ni los excesos).


Me refiero a el espíritu, cualquiera que sea su acepción de un ente colectivo al que todos pertenecemos y que es superior, puesto que nosotros aun no lo alcanzamos siquiera a comprender.


Bueno, es que estos hombres que escribieron la Biblia, escribieron inspirados, como todos lo autores contemporáneos, buenos y malos, ya sean cuentistas, novelistas, poetas, e incluso cualquier vulgar cuenta chistes de televisión etc.


Todo libro es capaz de transmitir y dejar en la mente y el espíritu del lector, algo bueno y algo malo, todos sin excepción, y la Biblia no es la excepción de dicha regla, Biblia, palabra de origen griego el plural de biblion, «papiro para escribir» y también «libro», y significa literalmente «los Libros» y así es, pues la Biblia es una pequeña recopilación de libros que versan sobre la religión cristiana, tanto como el corán para el Islam o el Popol Vuh de los mayas.


Todo libro espiritual contiene enseñanzas, que sirven como camino para el fin de su religión, así pues, estos libros, no cayeron del cielo, no los trajo cristo, ni Zoroastro, ni mahoma, ni Quetzalcoatl, ni nadie parecido, lo escribieron un conjunto de sacerdotes creyentes y profesantes de las mismas tendencias, aunque cada quien a su propio entendimiento.


La unión de estas mentes dedicadas a la espiritualidad en sus pueblos, dan origen a los libros sagrados, siempre bajo la premisa de ser videntes, o premonitorios, o bien inspirados por su deidad o deidades.


Muchas otras obras son parte del conocimiento adquirido por los sacerdotes en conjunto con la filosofía desarrollada por el pueblo.


Veamos pues que cada libro sagrado contiene las mismas premisas, como:

Adorar a el o los dioses sobre todas las cosas

Entregarse en total devoción

Ofrecen sacrificios de distinta índole según la religión y las interpretaciones

Hablan sobre el bien y el mal

Pregonan el bien para combatir el mal

Buscan incorporar mas adeptos a la religión.

Cuentan pasajes escritos en verso o prosa, muchas veces poéticos y rítmicos

Hacen alusión al futuro benévolo o malévolo.


La Biblia pues, es como todos los libros, que no son mas que una representación material inspirada por el SER, como todo es el ser en sus distintas representaciones, pero el hombre es el ser y el hombre es materia imperfecta, pues no a alcanzado su unificación consigo mismo, y por ello no puede cualquiera de sus obras ser perfecta como EL a pesar de la ignorancia de su propia existencia, sus obras han contenido, contienen y contendrán, en proporcional medida disparates propios de la imperfección del ser disgregado.


De toda obra, podemos extraer algo bueno, así como toda persona puede en algún momento decir algo elocuente, crear un frase celebre, o hacer una proeza.


Pero eso no es trascendente en el plano de la importancia existencia, eso no es lo que cuenta, lo que de verdad importa es conocernos y bien dijo Voltaire: Hay alguien tan inteligente que aprende de la experiencia de los demás.


Ojala que uno de esos seamos nosotros.


Démonos la oportunidad de leer la Biblia por simple curiosidad y si lo toman más en serio, para hacer interpretaciones de sus palabras y aplicarlas, contradecirlas y/o corregirlas para el crecimiento humano propio y el del espíritu colectivo.


Es según yo, la novela mas grande y mejor documentada de las historia un libro magnánimo, en donde podremos conocer parte de nuestra historia y el futuro de nuestra humanidad colectiva, sin duda cargado de cosas ocultas que si lográramos descifrar nos conducirían al camino de la iluminación, pero yo en lo particular le encuentro muchas complicaciones partiendo desde su mutilación hasta su autenticidad, pero no por descargo de su grandeza, sin embargo como dicen TODO CAMINO LLEVA A ROMA Y QUE UN CAMINO LO HACEN LOS PIES como diría el quijote.


Para complacer al morbo que nos caracteriza como humanos imperfectos, terminare mi trabajo con una historia que ejemplifica que la inmutabilidad de las cosas aparentes es su perdición, pues en nuestra representación material no podemos estar estáticos (aunque el ser lo es “inmóvil”) pues somos perfectibles, mas no perfectos como lo es el ser.


Desde hace diez años, Laura C. Schlessinger (médica, psicóloga, autora de best sellers y consejera familiar) conduce en California el segundo Talk show más oído en Estados Unidos. Doce millones de personas la escuchan a través de 300 estaciones de radio y le formulan consultas que ella contesta. Es entrevistada en forma habitual en los principales diarios y cadenas de televisión y ha recibido todos los premios imaginables. Uno de sus diez libros se titula “Los diez mandamientos”, el significado de la ley de Dios en la vida cotidiana. En uno de sus programas recientes dijo que la homosexualidad no podía ser consentida, apoyándose en el versículo 18:22 del Levítico: “No te echarás con varón como mujer, es abominación”.

Un oyente le envió una amable carta, en la que le agradece sus enseñanzas. Para compartirlas con todos sus conocidos le pide “algún consejo adicional respecto a otras leyes bíblicas y cómo cumplirlas”:

a) Me gustaría vender a mi hermana como esclava, tal y como indica el Éxodo, 21:7. En los tiempos que vivimos, ¿qué precio piensa que sería el más adecuado?

b) El Levítico, 25:44, establece que puedo poseer esclavos, tanto varones como mujeres, mientras sean adquiridos en naciones vecinas. Un amigo mío asegura que esto es aplicable a los mexicanos, pero no a los canadienses. ¿Me podría aclarar este punto? ¿Por qué no puedo poseer canadienses?

c) Sé que no estoy autorizado a tener contacto con ninguna mujer mientras esté en su período de impureza menstrual (Levítico 5:19-24). ¿Cómo puedo saber si lo están o no? He intentado preguntarlo, pero muchas se ofenden.

d) Tengo un vecino que insiste en trabajar en el Sábado. El Éxodo 35:2, establece que merece la pena de muerte. ¿Estoy moralmente obligado a matarlo yo mismo?

e) En el Levítico 21:20 se establece que uno no puede acercarse al altar de Dios si tiene un defecto en la vista. He de confesar que necesito anteojos para leer. ¿Mi agudeza visual tiene que ser del 100 por ciento? ¿Se puede rebajar un poco esta condición?

f) La mayoría de mis amigos (varones) llevan el pelo bien cortado y cuidado, incluso en la zona de las sienes, a pesar de que esto está expresamente prohibido por el levítico, 19:27. ¿Cómo han de morir?

g) Sé gracias al Levítico, 11:6-8, que tocar la piel de un cerdo muerto me convierte en impuro. ¿Puedo seguir jugando al básquet si me pongo guantes?

h) Mi tío tiene una granja. Incumple lo que se dice en el Levítico 19:19, ya que siembra dos cultivos distintos en el mismo campo, y también lo incumple su mujer, ya que lleva prendas hechas de dos tipos de tejido diferentes (algodón y poliéster). El, además, se pasa el día maldiciendo e insultando. ¿Es realmente necesario llevar a cabo el engorroso procedimiento de reunir a todos los habitantes del pueblo para lapidarlos? (Lev 24:10-16). ¿No podríamos sencillamente quemarlos vivos en una reunión familiar privada, como se hace con la gente que duerme con sus parientes políticos? (Lev 20:14).

Sé que usted ha estudiado estos asuntos con gran profundidad, así que confío plenamente en su ayuda. Gracias de nuevo por recordarnos que la palabra de Dios es eterna e inmutable.



Victor Marcial.

sentimientos maquinados

Amor y Amistad:

Se han convertido en palabras huecas y trilladas, carentes de total significado, y completamente vacías, producto de una sociedad comodina y superflua, que ha olvidado la profundidad y complejidad que recae en la esencia de estas palabras, una sociedad que menosprecia el valor de estas palabras, y que ha sucumbido a un circulo vicioso de vacuo consumismo, en el que el fin ya no es enaltecer la sublime pureza del sentimiento y el transmitir la esperanza y alegría que este noble sentimiento procura germinar en la conciencia humana, sino todo lo contrario, demostrar a través de un regalo falso totalmente materialista, la total dependencia a un sistema en el que el sentimiento y la razón quedan en segundo plano, y la verdad del sentimiento es proporcional al tamaño y costo del regalo.

Amor egoísta y amistad por conveniencia.

Que mejor regalo en este día, que no solamente desear el bien al prójimo, a esa persona estimada, si no su materialización, no en un regalo, si no en una acción concreta.

El 14 de febrero se celebra un día que ha sido olvidado y enterrado por nuestra apatía, el día de la energía, energía que todos necesitamos y que nadie aprecia, energía que en un futuro seguiremos necesitando. El hacernos consientes del inminente daño que le estamos causando a el planeta por nuestro consumo exagerado de energía altamente contaminante habiendo fuentes alternas de energía limpia, natural, gratuita, renovable, por mera desidia e indiferencia en el que solamente obedecemos a los intereses económicos de empresas inconscientes e insensibles, es un acto, ruin e inhumano, y completamente contrario al ideal del amor; Queréis demostrar amor: demostrémoslo poniendo nuestro granito de arena para dejar un mejor futuro a nuestras generaciones venideras, no solamente a la especie humana, si no ha toda la vida existente, que junto con nosotros solamente es una parte del inmenso todo que conforma a la naturaleza, al universo. Ponderemos las consecuencias de nuestros actos, y busquemos restablecer el equilibrio, con el medio ambiente, y como consecuencia, vendrán días gobernados por el más puro amor y con este nuestra anhelada paz.

domingo, 10 de febrero de 2008

Ensayo sobre el libro “El Misterio de la Torre Eiffel”.

     Nunca he tenido la oportunidad de postrarme frente a uno de esos ordenes a los que ya por costumbre y fidelidad denominan clásicos, y que tanto se mencionan en la historia de la arquitectura antigua; ni mucho menos he vivido la experiencia de enfrentarme mano a mano ante esos monstruos forjados de hierro (llámense puentes colgantes; llámese torre Eiffel), vestigios de aquel tan importante movimiento que cambiaria de forma radical el rumbo de la esfera terrestre y que se conocería con el nombre de Revolución Industrial. Solo toca relegar mi imaginación a tan fantásticas “ideas” y sucumbir ante ellas, limitando a mi ya desgastado sentido de la vista, a disfrutar de ellas solo por medio de espejismos o imágenes cibernéticas, y en menor cantidad, de gozar de aquellas con esa comodidad y acercamiento a detalle que se puede lograr solo en las hojas bien lustradas de los libros, que al parecer, escasean, no sé si sea por ese tan desdeñado interés que la gente tiene por obtenerlos, o por el poco capital que se dispone para ello.

     El hecho es que, el hombre, desde el inicio de los tiempos creado por el Gran Arquitecto del Universo, ha evolucionado y subsistido de forma tal, que una vez habiendo vistas satisfechas sus necesidades principales (como lo era el cobijo y los alimentos) se enfocó también, y de manera no menos importante, en desarrollar técnicas que le ayudarían a resolver eficazmente los problemas que le suscitaban a su entorno. Me atrevo a decir, que incluso, es una inquietud innata del ser humano aquella de desprenderse del cordón y dejar rezagados a sus maternos similares, en su carrera frente a la vida, para sobresalir y plasmar en el mundo un legado que solo es posible por medio de la dedicación y el trabajo arduo.

     Más que terminar con el intento de introducción, me gustaría continuar con las siguientes líneas que enseguida os presentare. Son simplemente algunas de mis ideas tan banales e irrelevantes, (como las de cualquier otro ingenuo que tuviera nulo conocimiento hasta hoy del tema a tratar) con cierto grado de escepticismo, y por qué no, incluso con algunas salpicaduras de negatividad infantil, que me irían surgiendo al tiempo que asimilaba aquella lectura que hizo trasladar mi mente, en tiempo y espacio, hasta el mismísimo ombligo del mundo del siglo XIX: Le Belle París.
Es hora pues, de hablar de lo que en realidad atañe a nuestro pequeño ensayo, que es nada más y nada menos, que el “misterio de la torre Eiffel”. Un misterio que se llevó décadas en fraguar y que muy pocos tienen la dicha de descubrir el resultado final.

     Todo indica, al parecer, que esta grandiosa torre fue proyectada para la “Exposición Universal” que se llevaría a cabo en la ciudad de Paris en 1889 para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. En 1851 fue precisamente el año en que surgen estas Exposiciones, y que junto con las Olimpiadas, representarían al menos, una “tregua” simbólica entre los países en conflicto, tanto político, económico y militar, y sólo para crear una impresión ficticia de apaciguamiento entre estos países empapados de nacionalismo. “Surgen como fruto de la revolución industrial, del crecimiento de las mercancías, de personas y de ideas, pero también del encrudecimiento de los nacionalismos y del saqueo de los países más pobres a manos de las grandes potencias”.

     La verdad, es que estos espacios no son más que la oportunidad de gritarle al mundo, quien es el país más rico del mundo; quien es el que mantiene la hegemonía en todos sus ámbitos. En pocas palabras, es una “exhibición de poder”. Son espacios en los cuales las demás naciones asisten con odios sordos e ingenuos al llamado hipócrita de la paz, sin resolver ciertamente sus diferencias.

     Así pues, esta colosal estructura de hierro, fue perpetrada y anclada sobre los Campos de Marte, rasgando con sus cimientos el corazón de aquel astro, que los romanos consideraban como dios de la guerra. Dotada de una figura inigualable, esta escultural belleza, estilizada con fierros; de muslos fuertes y cintura esbelta, es apenas comparable con aquella musa de carne y hueso, princesa del cancán, y seguramente considerada por terceros, benefactora de la humanidad, por derrochar fervientemente, (en cualquier oportunidad que se le presentara) su sincero y más dispuesto amor, sobre aquellas blancas sabanas que enseguida se confundían con su cálida piel: Téresse.

     Aquella especie de vertebrado metálico fue sometido a la aplicación de nuevos métodos constructivos jamás concebido por otras empresas y naciones. Sufrió el incansable esfuerzo de aquellos doscientos obreros de toscas, pero hábiles manos que irían enganchando, uniendo, y dando forma, fierro por fierro, a esta nueva especie, resistiendo de manera injusta las inclemencias del clima parisino. Con ensambles de una precisión de decimas de milímetro de las piezas fabricadas casi perfectas, fueron ascendiendo así, de manera lenta pero segura, la cantidad de un metro por día.

     Los 1800 peldaños que llevan a la última plataforma, son solo el preámbulo para rematar el asombro que produce estar suspendido a más de 300 metros del firme, lo que significa que es doblemente más alta que la pirámide de Keops, y mucho más ligera que cualquier otra construcción de magnificas dimensiones, llegando a pesar solo siete mil toneladas (menos que un barco de guerra). Pareciera que desde aquella altura podrías llegar a descubrir otros continentes, vislumbrar otros horizontes nunca antes imaginados por la civilización.

     Pero basta de tanta galantería. Podemos decir con todo esto que acabo de mencionar, que esta construcción puede ser considerada como una obra de arte? o siquiera, ser considerada como una obra arquitectónica? Recordemos un poco un concepto universal de la arquitectura según Vitrubius, el teórico de la arquitectura más influyente hasta nuestros tiempos. El reparaba que su concepto de arquitectura debía seguir tres simples principios: debía ser fuerte, solida; debía cumplir con una función arquitectónica, ser funcional; y por último, debía de cumplir con un carácter estético. Pero entonces, en base a estos principios, que podemos deducir de nuestra actual protagonista?

     Debo aclarar que en aquella época en la que se erigía dicho monumento, grandes pensadores, artistas, y arquitectos, lo calificaron como un elemento inútil e inservible. Como una burla para la arquitectura. Juzgaron de modo tal que sin más palabras, denominaron chatarra a aquel bonche de fierros.

     Fue entonces que se le dio utilidades militares estratégicas a aquel “sublime candelabro” (como lo llamaron aquellos intelectuales). Fue utilizado como centro de emisión y recepción telegráfica, que prestaría gran ayuda bien entrada la guerra, y que más tarde llegarían a ser profanadas, aquellas plataformas, en donde en un principio eran elegantes restaurantes, para ser convertidas en verdaderas trincheras, para combatir el fuego enemigo aéreo si hubiera algún indicio de ataque sobre la torre.

     Ahora que me pongo a pensar, debo admitir que no reconozco el motivo por el cual, en algún momento, llegue a pensar lo mismo que aquellos intelectuales que ahora, me atrevo a juzgar de mentalidad conservadora. Que insensato fui al argumentar que no servía para otra cosa, más que para enaltecer el nombre de aquel ingeniero, Gustave Eiffel, que compraría a los autores intelectuales de dicho proyecto (los ingenieros Koechlin y Nouguier ) para ser el único genio de este monstruo y que posteriormente como ya mencione, de aquellas superfluas acusaciones, pero que sin lugar a dudas alcanzaría la inmortalidad con dicha torre.

     Sin embargo, caigo también en cuenta, de que la torre Eiffel, se había construido originalmente para ser solamente admirada en aquella exposición universal de 1889. Más poca gente profundiza sobre el significado intrínseco que dicha construcción pudiera llegar a tener. Creo que el argumento más acertado conlleva a ratificar su significado como símbolo de grandeza y potencia mundial. Pero también promueve un gran valor al considerarla como una revolución en el arte de la construcción, una revolución en los sistemas constructivos, en la invención, estudio y aplicación de los nuevos materiales que no tardarían ser explotarlos y que constituirían la arquitectura del futuro. “Es la única construcción que se alza sobre la convicción en el avance del saber, en la confianza del triunfo de la civilización y en la consecución de la felicidad”.

     Así es pues, como concluyo, que esta grandiosa torre, descansa hoy día de los atentados contra su voluntad de permanecer siempre firme, como esos soldaditos de plomo, que en aquel tiempo, antes de la revolución conformaban las insurrecciones con hondo sentido comunista, y que no les importaba perder la vida por sus ideales. Ideales como el de la libertad, la igualdad y la fraternidad, que sería el lema de dicha revolución y que consecuentemente desembocaría poco después una independencia tangible.

     La torre Eiffel es degustada día a día por las infinitas miradas de los turistas, sigue siendo, como lo fue en su época, motivo de gran admiración y no queda más que aceptarla como icono nacional sin dejar de ser ante los ojos de todos, una maravilla de la civilización.

     “La memoria de los pueblos conserva siempre lo más sorprendente, lo más espectacular, y no siempre aquello que de verdad ha servido para cambiar al mundo”.

Inicio.