lunes, 14 de abril de 2008

Eran dos.

Uno tenia un lápiz que cargaba siempre en la mano derecha, rodeándolo siempre con su dedo índice y su gordo pulgar, dándole vueltas, y vueltas al mismo ritmo en que su cabeza giraba de derecha a izquierda, lento, lento, como esperando algo. Tenia una banda en la cabeza pues tenia la certeza de que si se la quitaba su cabeza se partiría en dos y se le saldrían sus ojos de repuesto que estrenaba en cada parpadeo.
El otro, el otro sabia que el mundo era redondo, sabia que había colores y tambien un día a alguien escucho decir algo de una palabra ator, asor, anor o algo así, se lo escucho decir a dos jóvenes, una pareja de homosexuales, bien parecidos, ambos con un arete en la lengua y uno de ellos, bueno, en realidad eso no importa....
Bueno, el caso es que la gente que pasaba, salía y entraba de esa farmacia, suponían que eran unos locos, algunos incluso les tiraban unas monedas, otros ni siquiera los miraban, a veces, algunos niños, llegaban y los pateaban, algunos otros mas inteligentes, les cambiaban esas monedas, desconocidas para ellos, por un chicle usado, una uña mordida o cosas así.

El farmacéutico, cada día les ofrecía un pedazo de pan q le sobraba del almuerzo y un vaso de leche, era un buen hombre, hasta intento ayudarlos, aseándolos y platicando con ellos pero nunca respondían, solo se limitaban a mirarlo a los ojos cada vez q les llevaba comida o alguna ropa vieja.

El loco jugaba día tarde y noche con su lápiz, ya muy bien pulido, mas flaquito q cuando lo encontró tirado enfrente de la escuela, lo miraba, le sonreía, lo mimaba, lo abrazaba de vez en cuando, se recargaba en el para dormir, entre su mano y su mejilla. El otro siempre le contaba la misma historia, de aquella pareja que había visto en el parque hace unos años, le contaba como se miraban, como se agarraban la mano, se veían a los ojos, y los contaba así, como era, tal vez muy simple, pero lo hacia una y otra vez.

Un domingo en el tianguis, el farmacéutico vio una caja de lápices a 10 pesos, pensó q era un buen regalo, pues se acercaba la navidad, luego encontró una figura de cerámica, con una parejita de novios, chiquita y con algo de polvo, pero era lo que el podía pagar, así q los envolvió, con un pedazo de papel plateado y les puso un moño chiquito a cada regalo, rojo y otro verde.

Entonces el día de navidad, no cerro la farmacia, pues era un empleado y necesitaba el dinero extra, llevaba los regalos en una bolsa del gigante y mientras abría la tienda, les dijo buenos días, y muy contento les dijo feliz navidad! entro a la tienda, dejo sus cosas en el casillero al lado del baño y saco los empaques de la bolsa.

Regreso a la entrada, adonde estaban ellos dos, como siempre, uno jugando con su lápiz y otro contando su misma historia de siempre y esa palabra difícil de pronunciar para el, aun no la recuerda bien, cantor, samor, no se...

Se los mostró, uno en cada mano y ellos lo miraron, uno se calló y el otro dejo de girar su lápiz gastado y casi negro por la suciedad, silencio, "son para ustedes, feliz navidad, señores!", nada, ni una palabra como siempre, silencio..... El de la banda en la cabeza estiro la mano y el otro rápidamente le pego y le bajo la mano, casi grito "no seas samor!"
El farmacéutico se quedo serio un segundo y luego sonrió como siempre, con esa infinita paciencia hacia ellos, "pero vamos, es navidad!. Miren -y los desenvolvió poco a poco, sin romper el papel y quitando el tape cuidadosamente- este es para usted q ese lápiz ya esta muy feo, aquí tiene estos" el loco se le quedo mirando como atónito, pero no movió un músculo, excepto su lápiz sin punta, lo apretó tanto que se quebró a la mitad, pero no dijo nada, "y este es para usted, mire que bonitos están, enamoraditos, tiernitos, son como los de su parque?"
"No!!!!-contesto el del lápiz, eran hombres! - entonces el otro loco lo sujeto del cuerpo al farmacéutico y lo tumbo al piso en un instante, de la nada, el otro, clavo su lápiz una y otra vez en su cuello, el farmacéutico, temblaba en la acera fría del centro y murió desangrado- eran hombres! como tu! como yo!

Entonces junto al cuerpo frío del hombre, se sentaron de nuevo en la banqueta y el de la banda en la cabeza trato de unir con esa sustancia roja pegajosa las dos partes del lápiz mientras el otro contaba su historia, acariciando la cabecita desprendida de la figura, la cabecita del chico.
" Los dos tenían un arete en la lengua y la sacaron al mismo tiempo, suavecito, despacito, y las juntaron una y otra vez como jugando, como saltando........ Ah!! Era; amor"
Alejandra Tavares Blancarte

No hay comentarios: