domingo, 22 de junio de 2008

El imperio de la conciencia


¿Porque teméis el silencio? ¿Por qué teméis a la duda?
Los días pasan de sol a sol y de luna a luna y sin embargo, en todo ese largo trascurrir no se ve ni el más mínimo signo de flaqueza, que nos dé aunque sea un débil indicio del silencio que tanto necesitamos.
Pues llega la noche y con ella no viene la tan esperada calma, pues a todo momento se deja oír el ecco de aquel gran bullicio de la implacable ciudad. Donde los gritos de odio, desesperanza, aburrimiento, monotonía y tristeza han ahogado el hermoso sonido del olvidado silencio.
En una vida tan acostumbrada al sonido de nuestra propia voz y al uso incansable de nuestra boca, donde se nos ha olvidado por completo el saber escuchar en silencio el sonido de nuestras ideas.
Una vida sin pausas, donde nadie se toma el tiempo de recuperar el aliento, donde el pensar ha pasado de moda, pues el costo-beneficio esta en números rojos, donde las ideas ya no se aprecian por la profundidad de su esencia sino por su mera rentabilidad.
Donde el implacable e incorruptible reloj a perdido la sabiduría y solemnidad de su recorrer y ahora el tiempo no es más que…oro.
¿Por qué tememos detenernos?, ¿Por qué tememos pausar nuestro agitado andar para recobrar el aliento y sentaros un momento en silencio frente al gran espejo?
Acaso tememos a al silencio, acaso tememos a la voz de nuestras ideas.
No sé ni cuándo ni cómo pero quisiera comprender el porqué de que el hombre no soporte más la compañía de sí mismo en el silencio.
Es acaso el miedo al reproche, el reproche de nuestra consciencia. A l inevitable encuentro con nosotros mismos, nuestros sueños, tristezas y recuerdos abandonados por el cotidiano existir. Acaso tememos a la ineluctable decepción de nuestra consciencia, por dejar que nuestros anhelos se hayan convertido en lo que son ahora, en meros recuerdos de una juventud, que nos resulta ahora tan inmadura.
Y como no serla, como no ser tan inmadura, tan alejada de la realidad, si nosotros somos los culpables, pues olvidamos nutrirla con la esperanza que los sueños dan, olvidamos regarla con el sudor que de nuestro cuerpo emana al luchar y trabajar por la materialización de los sueños, como no iban a estar tan lejos de la realidad, si ya hemos olvidado lo que alguna vez fue soñar.
La cuestión que tanto me mortifica y que intento expresar, es la decadencia del imperio de la conciencia, el lento morir de ese espacio que nos hace tan únicos y diferentes a todos los demás seres, el abandono de nosotros hacían nosotros mismos, pues solo en nosotros recae la responsabilidad por el ocaso de nuestra conciencia, pues hemos relegado al olvido y a la atrofia nuestra mente, aquel gran universo de creatividad, imaginación, sueños y tantas cosas tan indescriptibles que guarda.
Pues hemos encontrado un mundo más cómodo, un mundo superfluo, donde la mortificación de la duda, de lo incognoscible no mortifica mas el existir, donde la cuestiones existenciales, de trascendencia intelectual, humana, social y demás ya no se usan.
Un mundo material, donde el equilibrio con nosotros y los demás seres, ya no es necesario, pues ahora vemos el equilibrio en el ying y el yang del dinero, la riqueza y la pobreza, el hambre y la opulencia dos situaciones que dicen son inherentes al espíritu de la sociedad humana.
Pero como podrá ser esto cierto si nosotros mismos nos hemos alejado de la naturaleza, pues a cada paso que damos nos alejamos más del equilibrio ecológico, y el equilibrio entre nuestro cuerpo y mente.
Por ese heme aquí, en uno de los últimos lugares donde la mente es la anfitriona. Un refugio, para las ideas, donde estas pueden fluir libremente. Un santuario de la libertad, donde día a día se forjan espíritus indomables con ideas libertarias. Incubadora de sueños, donde codo a codo, se lucha por un futuro mejor, un futuro más libre, donde la mente no tenga que esconder su pensar, y se pueda gritar a los cuatro vientos el cantico libertario. Un lugar donde se viene a hacer verdaderos amigos, amigos de la vida, amigos de la libertad, amigos para cambiar el mundo.
Seremos pocos en número pero lo compensamos, con sueños y ahincó de trabajo, somos buscadores de la verdad, amigos del pensar, que caminamos juntos bajo un mismo fin, el fin transformar sueños en realidades, esos sueños que dejamos volar libres en estas cuatro paredes, esos sueños que alimentan nuestro espíritu, sueños de progreso y sueños de igualdad, sueños de que un día todos y todas puedan gozar de la misma oportunidad que nosotros gozamos, de poder soñar.
Gabba

1 comentario:

Ale T. Blancarte dijo...

q onda jorge, oye sigue publicando tus trabajos, sabemos q tienes mucho q decir